Una carta de Thomas Heine-Geldern, Presidente Ejecutivo de ACN, sobre la pandemia mundial del coronavirus
Königstein, 18.03.2020
Queridos amigos:
Cuando, en Miércoles de Ceniza, nos preparábamos para la Cuaresma de este año, ninguno pensábamos que este tiempo de penitencia supondría tal desafío para nosotros. Al poco tiempo hemos sabido que nuestra seguridad y libertad personales se están viendo sacudidas por una pandemia.
Ninguno de nosotros ha experimentado antes conscientemente una situación tan extraordinaria. Ahora consideramos que las medidas oficiales, impensables para nosotros hace unas semanas, son buenas y sensatas. ¿Pero cómo van a soportar nuestra fe y nuestra confianza en Dios esta inesperada conmoción?
Es comprensible que nuestra primera preocupación sea por los enfermos y las víctimas de la pandemia que conocemos personalmente; que pensemos en los ancianos a los que ya no debemos visitar; o en los nietos a los que los más mayores de nosotros no podemos atender. Para muchas personas, entre las que estaréis también algunos de vosotros, se añaden ahora además preocupaciones económicas.
Así mismo vemos que ya no podemos asistir como de costumbre a la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión. Esto mismo les pasa a muchos de nuestros hermanos y hermanas en zonas de misión o también en dictaduras, donde anhelan desesperadamente celebrar la Misa y recibir los sacramentos. Y ahora también entendemos mucho mejor lo que significa preservar la iglesia doméstica con nuestros hijos y rezar juntos: así es como rezan donde no hay iglesias. Nosotros, al menos, disfrutamos de una tecnología que nos permite participar en la Misa a través de transmisiones en vivo o de otro tipo. Esto hace que sea más fácil para nosotros estar unidos no sólo con Dios, sino también con nuestros amigos y con la comunidad mundial de creyentes. Muchos de nuestros hermanos y hermanas que sufren y son perseguidos se ven privados de estas posibilidades tecnológicas.
En esta Cuaresma vamos a tener que seguir a Jesucristo al desierto de forma mucho más inmediata. Quizá experimentamos más claramente desde nuestros miedos lo que significa sentirse temporalmente abandonado por Dios. No obstante, podemos apoyarnos en la oración de unos por otros. Podemos estar seguros del puente de amor y fe entre los benefactores, los colaboradores de ACN y nuestros socios de proyectos en todo el mundo. Esa unión se mantendrá en pie y nuestra común oración ayudará a superar esta crisis global. En los últimos días hemos recibido innumerables mensajes, por ejemplo de Senegal, Burkina Faso, Brasil, Haití y Filipinas, asegurándonos la oración por todos los benefactores de ACN.
Nuestra rutina diaria ha cambiado de forma dramática, pero dejémonos guiar por el principio probado de que cada crisis alberga una oportunidad. Esta consiste en usar el tiempo de pronto disponible para crecer interiormente, para acercarnos a Dios y llevar con nosotros a todos los que están más cerca de nosotros: nuestros cónyuges, hijos, hermanos y padres. Y también a nuestros hermanos en la fe de nuestro vecindario y de todo el mundo.
Esto ocurre en la oración, a solas o en común, y ofreciendo las penurias y tribulaciones de las semanas venideras por todos aquellos a los que no podemos ayudar directamente en estos momentos, o cuya situación es más difícil que la nuestra, ya sea por enfermedad o por soledad. Pensemos también en las familias que ahora se ven especialmente afectadas por vivir en difíciles condiciones de vida y espacio. Y, por favor, no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas de aquellos países donde los cristianos siguen siendo perseguidos y discriminados a diario, a menudo tienen preocupaciones mucho mayores que el virus. Así, por ejemplo, podemos seguir apoyando a todos los sacerdotes con estipendios de Misa en los países donde financiamos proyectos, para que puedan celebrar la Santa Misa por nosotros.
En los últimos años he podido, una y otra vez, agradeceros vuestra generosidad y vuestra ayuda a nuestros hermanos y hermanas en necesidad. Hoy me gustaría pediros que, con una fidelidad creativa, sigáis apoyando nuestra misión y los tres pilares de ACN -oración, información y acción-, para así aprovechar la crisis como oportunidad para dar testimonio de Jesucristo.
Tal vez, la Cuaresma de este año dure más de lo que dice el calendario, pero la Pascua de Resurrección llegará. Aprovechemos juntos estos tiempos de angustia para comprender más profundamente el misterio de la Resurrección.
Así os lo deseo a todos vosotros.
Unidos en la oración,
Thomas Heine-Geldern