Sacerdote en Kiev: Misión en tiempos de guerra
La fundación internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) está enviando estipendios para Misas por más de medio millón de euros para apoyar a los sacerdotes en Ucrania que atienden a una población asediada y bombardeada. Los estipendios apoyarán a casi 1.900 sacerdotes católicos en todo el país.
Uno de estos sacerdotes es el padre Andriy Bodnaruk que visita a familias en la capital, pero también visita a los soldados en los puestos de control, realiza servicios litúrgicos en los refugios y organiza actividades para distraer a los niños de la guerra. Vistiendo un chaleco antibalas sobre la túnica sacerdotal, visita a las personas tanto en los albergues de acogida como en las casas de los que han decidido quedarse, por ejemplo, una señora ciega de unos 90 años que vive sola con su hija. El padre Andriy visita a los feligreses para darles la comunión y junto al alimento del alma, distribuye los paquetes de ayuda entre los necesitados, que compra con fondos recibidos de ACN y de otras organizaciones.
“Hago lo que hacía antes: sirvo a Dios, a la Iglesia y a nuestro pueblo. Me mantengo cerca de las dolencias que aquejan a las personas. Intento estar más cerca de los que luchan con el enemigo y de los que luchan contra el estrés y la ansiedad. Y simplemente coordinamos la ayuda que recibimos de los socios de proyectos”, cuenta el joven sacerdote de rito greco-católico.
Sacrificio por la paz
En sus conversaciones con la gente, el padre Andriy habla mucho del amor. Dice que lo ve en los residentes de Kiev: “Nuestra gente no está en pánico, sino que ve una necesidad aún mayor de servirse y apoyarse unos a otros. Veo su dedicación. Muchos de ellos, aquellos que tenían medios, una hermosa casa y vivían en condiciones confortables, hoy en día a menudo visten chaquetas y pantalones rotos y se despiertan en el frío, día y noche para proteger su ciudad y la de los demás. Son abnegados y entregados. Ellos saben lo que representan. Las personas están unidas especialmente por la Iglesia. Porque cuando la comunidad se reúne en los albergues para la oración, la comunidad se une aún más y se responsabilizan unos de otros”.
El padre Andriy admite que también él teme que sus emociones se hayan visto afectadas por la guerra, pero da gracias a Dios porque el silencio y la oración ayudan a encontrar respuestas a las preguntas más difíciles.
Trata de transmitir a la gente – y a los soldados – que la ira no puede ser sagrada, la ira no es para bien, y les recuerda a Cristo perdonando a sus asesinos «porque no saben lo que hacen», y a nuestra Señora orando en silencio. El sacerdote insta a no maldecir al enemigo para no ser como él. La fuerza para luchar, dice, viene de la fe y la confianza en el Señor.
Liturgia en el metro
Junto al padre Andriy, cientos de sacerdotes realizan una labor pastoral y social en estos momentos en Kiev. En una de las estaciones de metro en el centro de la capital, que ahora sirve como refugio antiaéreo, sacerdotes de la Iglesia greco-católica ucraniana celebran regularmente la “Liturgia Divina”, como se denomina a la santa misa en este rito. Mientras un sacerdote celebra, otro confiesa. En estos momentos tan difíciles, religiosas apoyan a los sacerdotes de Kiev en su cuidado pastoral. Son ellas quienes acompañan a menudo con su canto la Liturgia en el metro de Kiev.
Cada centavo gastado es una gran contribución e inversión en la paz mundial
El mundo está unido en torno a Ucrania, dice el sacerdote. Y gracias a esta unión, ve la ayuda que los voluntarios y la comunidad mundial están brindando a las ciudades ocupadas: “Le agradezco sinceramente a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) por su apoyo financiero durante este momento difícil. Quiero asegurarles que cada centavo gastado en tiempos de guerra es una gran contribución e inversión en la paz mundial. Los fondos recibidos se utilizan principalmente para pagar los gastos operativos, comprar los productos y medicamentos necesarios y los costos de transporte. Estos fondos también son necesarios para mi familia.”
Costos y penalidades
El sacerdote de rito greco-católico, que de acuerdo con la tradición oriental está casado y tiene dos hijos, cuenta que su mujer y sus hijos se vieron obligados a abandonar Kiev y mudarse a la parte occidental de Ucrania. “Dado que todo lo que tenemos tuvo que quedarse en Kiev, era necesario comprar lo esencial para su nueva vida”. Desafortunadamente, bajo estas difíciles condiciones, las finanzas se agotan rápidamente y son muy necesarias porque sus ahorros fueron apenas suficientes para sobrevivir el primer mes de la guerra”, explica. “No sabemos qué va a pasar a continuación y es muy inquietante, pero a veces la certeza se desvanece y entra el pánico. A pesar del gran apoyo de ustedes, seguimos enfrentando nuevos desafíos. Un ejemplo es que no tengo auto propio y muchas veces dependo de ayuda externa para llevar comida y realizar el ministerio sacerdotal”, cuenta el padre Andriy.
El transporte también implica un gran gasto porque los precios del combustible han aumentado considerablemente y es escaso ya que se utiliza principalmente para servicios militares y de otro tipo. “Debido a esto, tenemos que hacer largas filas en las estaciones de servicio para obtener combustible y poder visitar a los feligreses, compartir los santos sacramentos y cumplir otras necesidades”.
Un momento especial para apreciar el valor de las cosas simples
El sacerdote está convencido de que Dios salva a las personas del mal y de la desesperación. “Muchas veces nos quejábamos y nos costaba ser tan pobres. Y ahora entendemos: si podemos despertarnos por la mañana con dos ojos, brazos y piernas, ¡eso es mucho!” – enfatiza.
Ahora es un momento especial para apreciar el valor de las cosas simples. Según él la guerra es un tiempo de reconciliación: “Cuando la gente crucificó a Cristo y después cuando estaba en la tumba, tampoco vieron ningún cambio. Pero después del tormento, después de la muerte, vino la resurrección. Llegará el momento y vendrá esa resurrección”.