“Para quienes no tenemos nada, esta ayuda es todo”
El Padre Lawrence Ssimbwa, párroco de San Martín de Porres, Buenaventura, y toda su comunidad, podrán contar con un templo nuevo, gracias a la ayuda de ACN.
Entre Uganda y Colombia hay cerca de 12.000 kilómetros, distancia que recorrió el Padre Lawrence Ssimbwa para instalarse en el corazón de la parroquia San Martín de Porres, una comunidad del puerto de Buenaventura.
Su territorio comprende cinco barrios y doce comunidades de base, con aproximadamente 30.000 fieles católicos. Como muchas de las parroquias en América Latina, la de San Martín de Porres enfrenta complejos desafíos: “pobreza extrema, violencia, jóvenes sumergidos en grupos ilegales y embarazos de niñas y adolescentes, entre otros”, cuenta el Padre Ssimbwa.
A todos estos retos, la parroquia suma la carencia de templo, pues actualmente funciona, literalmente, en la sala y el garaje de una casa. El hacinamiento es mucho los días de fiesta o los domingos, y aunque la comunidad es muy activa, con una fe viva, realizar actividades comunitarias se restringe bastante por la falta de un espacio apropiado.
En los lugares donde se viven grandes carencias materiales y realidades complejas suele haber hambre espiritual, y los templos, las iglesias, las capillas representan mucho más que un edificio; se convierten en el eje de la acción pastoral y la vida de fe de la comunidad. “Por eso, el apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre para la construcción del templo será lo mejor que le pase a la parroquia. Esperamos que gracias a ACN pueda ser posible tener el templo”, comenta con alegría el Padre Lawrence Ssimbwa.
Obras de este tipo, y muchas otras alrededor del mundo, en zonas donde la Iglesia padece necesidad, sufrimiento o persecución son posibles por la generosidad concreta de los benefactores de ACN, que comparten los dones de Dios. En esta línea, Monseñor Rubén Darío Jaramillo, Obispo de Buenaventura, hace este llamado a quienes, desde sus hogares, quizás sientan que están muy lejanos de esta situación, pero piensan que podrían hacer algo por estos hermanos: “Quienes tienen una buena calidad de vida deben saber que esto también lo da Dios, que es un regalo de Dios. Él les da a unos para que compartan con los otros. Dios no nos dio para acumular, nos dio para repartir. Nuestra vida está en función de los demás… Estamos aquí trabajando en una zona del Pacífico difícil. Una zona muy pobre, muy necesitada, y donde usted puede hacer la diferencia al darnos la mano y ayudar para que el Evangelio llegue a muchas personas.”
Un ugandés en Buenaventura
El Padre Lawrence Ssimbwa, misionero de la Consolata, es oriundo de la población de Masaka, en Uganda, África, tiene 41 años de edad y hace 15 llegó a Colombia. Se ordenó como sacerdote hace nueve años, y desde 2017 es el párroco de San Martín de Porres, en Buenaventura.
Empezó su formación sacerdotal en Kenia, y aprendió español para culminar sus estudios de Teología en la Universidad Javeriana, en Bogotá. Es el cuarto de cinco hermanos y cuenta que su vocación nació en su parroquia natal, donde hacía parte del grupo juvenil, y allí poco a poco se fue dando su carácter misionero.
El Padre Ssimbwa dice que en San Martín de Porres ha aprendido a entregarse más a la tarea evangelizadora de la Iglesia y, con una gran sonrisa, en nombre de toda su comunidad, finaliza expresando el agradecimiento por la ayuda que se logre para construir el templo: “Para quienes no tenemos nada, esta ayuda es todo”.