Para los ucranianos, “Vía Crucis” es solo un sinónimo de su día a día
En el sufrimiento, de lo que el papa Francisco ha calificado repetidamente como “el pueblo mártir de Ucrania”, podemos ver muchos rastros de la Pasión y Crucifixión de Jesús. En esta Semana Santa, ACN te invita a meditar sobre este vía crucis de nuestros días.
A medida que la Semana Santa avanza, los católicos de todo el mundo meditarán sobre el sufrimiento de Jesús utilizando la antigua oración del Vía Crucis, una devoción compuesta por 14 estaciones, cada una de las cuales se centra en un momento del sufrimiento de Cristo.
Pero para muchas personas en diferentes partes del mundo, el Vía Crucis no es algo que necesiten imaginar. En Ucrania, por ejemplo, toda la sociedad está recorriendo un vía crucis que parece no tener fin. ¿Cuántos padres, hijos y hermanos han sido condenados a morir en esta guerra? ¿Cuántos han sentido esa impotencia al despedirse de sus esposas e hijos, sin saber si alguna vez regresarían? ¿Y cuántos de los que regresan están muertos por dentro, destrozados por el trauma?
Jesús cargó con la cruz. En Ucrania ahora mismo hay muchas cruces que llevar a cuestas. Ihor, seminarista, ha pasado por esta experiencia. Nació con una enfermedad congénita que afecta a su movilidad y tiene que someterse a operaciones periódicas. Cuando estalló la guerra, se dirigía a Polonia para someterse a una cirugía y cuando llegó a la frontera se encontró con un caos indescriptible. Allí entendió cómo son las verdaderas cruces: «Lo que vi allí fue horrible. Todo estaba bloqueado por los refugiados de Járkov, que esperaban desesperadamente una vía de salida. Muchos pasaban a sus hijos por encima de la valla fronteriza para entregarselos a cualquiera y así ponerlos a salvo. Fue desgarrador».
Jaroslav cae tres veces
La tradición sostiene que Jesús cayó tres veces mientras llevaba la cruz al monte Calvario. Jaroslav también ha caído tres veces. La primera vez fue cuando sufrió un accidente que le paralizó la mano, dejándolo incapacitado para trabajar. Una segunda en 2014, cuando su ciudad natal de Donetsk se convirtió en el centro de una batalla entre los separatistas y el ejército ucraniano. Lo dejó todo y viajó a Zaporiyia. En 2022, se vió obligado a gastarse sus últimos ahorros para abordar un vuelo a Leópolis cuando Rusia lanzó una invasión a gran escala. Afortunadamente, Jaroslav encontró la ayuda de los hermanos albertinos allí, que le han ayudado a levantarse.
La cuarta estación del Vía Crucis medita el encuentro de Jesús con su madre en el camino hacia su ejecución. ¿Cómo no pensar en el sufrimiento de María en este momento? La psicóloga Lyudmila Serhiyivna ve este tipo de sufrimiento a diario, en los retiros que dirige en el convento de los capuchinos en Kiev para las madres de soldados desaparecidos o muertos. «Las mujeres que han perdido a un hijo se aíslan y suponen una carga extra para sus familias porque no pueden superar su dolor. Siempre me preocupa que decirles a estas mujeres, pero luego me sorprende el cambio que experimentan en tan poco tiempo, recuperando el ánimo para enfrentarse de nuevo a la vida», dice a la fundación ACN.
Algunas estaciones del Vía Crucis recalcan la generosidad de aquellos que podían haber sido meros espectadores. En un caso, Simón de Cirene lleva la cruz por Jesús, en otro, Verónica limpia su rostro. Más tarde, José de Arimatea le pedirá a Pilato el cuerpo de Jesús para darle sepultura. Los hermanos albertinos en Ucrania ya ayudaban a personas necesitadas antes de la guerra. La invasión de 2022 les trajo más oportunidades de ayudar a llevar la cruz. «Los hermanos albertinos son como un equipo de ayuda de emergencia, de primeros auxilios. El hombre que vive en la calle, en necesidad, sufriendo las bajas temperaturas y el hambre… Esa es nuestra vida cotidiana. Estamos aquí para eso. La mayoría de nuestros residentes son alcohólicos, personas sin hogar, con problemas de drogas o juegos de azar y aquellos que han huido de la guerra. Para los habitantes de Lviv y esos refugiados tenemos sopa caliente, café y pan. Esperamos que sea suficiente para unas 300 personas», dice el hermano Bernard.
Las mujeres también ayudan de múltiples maneras. Como las mujeres de Jerusalén, a las que Jesús encontró durante su larga subida al Calvario y que lloraron por Él. También ellas muestran una valentía particular. Al igual que los hermanos albertinos también las religiosas de la misma congregación albergan en su convento a decenas de mujeres que necesitan ayuda y les dan consuelo; muchas de ellas son madres jóvenes con sus bebés.
Jesús es despojado de sus vestiduras y humillado
Cuando Jesús finalmente subió al Gólgota, fue desnudado y humillado. La guerra siempre una tapadera útil para aquellos que disfrutan humillando y destruyendo a los demás. ¿Cómo olvidar las historias de Bucha, en los primeros meses después de la invasión? Cuando el ejército ucraniano volvió a tomar el control de la ciudad, se descubrieron fosas comunes que contenían los cuerpos de cientos de civiles que habían sido torturados y ejecutados. Muchos eran niños. Algunas víctimas fueron violadas y quemadas, otras directamente recibieron disparos en la nuca.
Jesús fue ejecutado, clavado en la cruz. Inna, sufrió la muerte de su marido incluso dos veces. En 2014, él fue asesinado en las primeras etapas de la guerra y en la ciudad de Irpin se colocó un cartel en su honor. En 2022, cuando los rusos invadieron Ucrania, Inna huyó de Irpin, dejando todo atrás. Más tarde se enteró de que los soldados rusos durante la ocupación habían disparado al cartel: Ina sintió como si lo estuvieran “matando» por segunda vez.
En 2022, Olha también sufrió la perdida de su esposo. Recuerda que habló con él la noche anterior, le sugirió que descansara un poco porque se le oía muy cansado. Nunca más volvieron a hablar. «Me dijeron que el edificio en el que estaba fue atacado, que recibió una herida en la cabeza y luchó por su vida durante 40 minutos», cuenta a ACN.
En la decimocuarta estación del Vía Crucis, Jesús es depositado en el sepulcro. Puede ser difícil imaginar algo más doloroso que enterrar a un ser querido, pero para muchos ucranianos la incertidumbre de ni siquiera saber si su esposo, padre o hijo está vivo puede ser aún peor. El seminarista Vitalij perdió a su padre en diciembre de 2022, en el frente, cerca de Bajmut. Al recordarlo, sus ojos azules se nublan, pero luego cuenta cómo su abuela lo consoló con el hecho de que, al menos, habían podido enterrar a su padre y no vivían con la incertidumbre de cual era su paradero.
Sin embargo, el final del Vía Crucis es conocido por todos los cristianos: Jesús resucitó. Mientras los ucranianos rezan para que termine la guerra, encuentran valor en la fe de que algún día la vida, la paz y la alegría volverán a sus vidas. Al fin y al cabo, de eso se trata la Pascua y esto es lo que todos los cristianos de todo el mundo contemplan durante estos días.