Misioneras carmelitas en Burundi: “madres” de la reconciliación
Burundi, uno de los países más pequeños de África, ha sufrido una crisis social y política que estalló en el 2015. Un país con 94% de población cristiana ha sido atendido en estas dificultades por varias comunidades religiosas. Ayuda a la iglesia que Sufre (ACN) entrevista a las religiosas misioneras carmelitas en Burundi a quienes la población llama “madres” por la manera como han acogido a la población y los han ayudado en el proceso de reconciliación.
¿Cómo fue la llegada de las primeras hermanas de su comunidad al país?
Al principio, en 1973, llegaron cuatro hermanas, todas polacas. La situación era de mucha pobreza. El único dispensario que había era el de las hermanas. Al inicio fue muy difícil para ellas porque no hablaban el idioma, el kirundi. Afortunadamente, las hermanas fueron bien recibidas, puesto que fueron aceptadas por la autoridad local. La población tiene mucho respeto por la autoridad. Así que, si los gobernantes de la zona aceptaban a las hermanas, entonces la población sabía que la presencia de las misioneras sería para su bien. La capilla que teníamos fue el principal punto de encuentro con los habitantes del lugar. Aunque las hermanas no hablaban bien el kirundi, las personas iban a la capilla a estar con ellas, y así se entablaron las primeras relaciones. Actualmente, con la bendición de Dios, la comunidad cuenta con cinco casas en Burundi. Hoy nos damos cuenta de que este país nos necesita, y que acá tenemos que estar, apoyando a tanta gente que sufre y padece necesidades.
¿Recuerda alguna anécdota de alguna de las hermanas en esos primeros años en Burundi?
Una de las hermanas polacas que estaban al inicio, ayudó a dar a luz a una mujer embarazada que estaba en grave estado de salud. El bebé nació, pero desafortunadamente la madre falleció. De manera que la hermana se hizo cargo del recién nacido. El bebé, de parto prematuro, necesitaba, por tanto, una incubadora. A dos días de camino del hospital más cercano y dadas las pobres condiciones económicas de la zona, esto era imposible. No encontrando otra mejor solución, la hermana que ayudó en el parto puso al niño en una caja de cartón debidamente cubierto. Y así, lo llevaba a dondequiera que iba. Gracias a Dios, semanas después, el niño pudo tener un desarrollo normal.
¿Cómo ve la población de Burundi a su comunidad hoy?
La presencia de la comunidad fue toda una revolución. Todavía hoy lo sigue siendo. Las hermanas trajeron muchísimos cambios. Con la presencia de las hermanas, la población comenzó a tener un apoyo que no tenían antes. La población nos llama “madres”. Ellos se sienten hijos que reciben consuelo, ayuda en sus necesidades y sienten que los entendemos. La reconciliación entre las personas ha ido creciendo poco a poco. Con la llegada de la comunidad, se ha fortalecido la educación de niños y jóvenes. Las familias aprecian mucho la presencia de nuestra comunidad, también porque encuentran un espacio de encuentro especialmente los fines de semana. Desde el sábado, niños, jóvenes y adultos se congregan para la catequesis, charlas de formación o preparar la Eucaristía del domingo. Algunas personas se congregan antes de la celebración de la santa misa en la mañana del domingo, y muchas otras se quedan después de la misa para compartir con las hermanas y otras familias. Dada la escasez de actividades deportivas o culturales en la región, la población encuentra muy valioso este espacio de encuentro.
Su comunidad hace muchas cosas por la población a nivel de la salud, económico y educativo. Pero su comunidad es de vida activa y contemplativa a la vez. ¿Cómo hacen para llevar esa vida contemplativa?
Nosotras estamos convencidas de que la vida contemplativa es una respuesta para la reconciliación en este país. Sin embargo, ante tantas necesidades a las que nos enfrentamos, definitivamente el gran desafío que tenemos es no descuidar nuestra vida de oración. Durante el día tenemos varios momentos fuertes dedicados a la oración, principalmente en la mañana y en la noche, aunque también hacemos una pausa al mediodía para rezar juntas. La vida contemplativa sigue siendo una respuesta para la Iglesia y para el mundo. La oración es para nosotras el alimento que nos permite seguir llevando la ayuda material y espiritual que las personas necesitan. También es para nosotras un momento de renovación física y espiritual.
Por otro lado, somos muy cuidadosas de que todas las hermanas tengan momentos diarios, mensuales y anuales para esta renovación. Y esto nos permite seguir muy activas de manera continua y esperamos seguir haciéndolo en el futuro. Afortunadamente, este tipo de vida sigue siendo atrayente para algunas jóvenes hoy en día. En el 2021 entraron cinco nuevas aspirantes que han comenzado un proceso vocacional. De manera que confiamos que el Señor siga bendiciendo nuestra comunidad para continuar realizando nuestra misión en este país.
¿Cuáles son las intenciones por las que rezan?
Nos mueve principalmente rezar por Burundi. Desde que llegamos, la guerra, los prisioneros, las injusticas, han sido motivo para rezar por este país. Rezamos también para que el Señor siga bendiciendo nuestras obras en este lugar. En nuestras intenciones está el Santo Padre, los dirigentes de este país y por supuesto, nuestros benefactores. En los periodos más difíciles por los cuales ha atravesado el país, no hemos bajado los brazos. Más bien, nos hemos fortalecido. Hemos seguido trabajando por la reconciliación. Salimos al encuentro de las necesidades materiales de la población, ayudando a los enfermos, acogiendo refugiados, acompañando en el dolor a todas estas personas. Todas esas actividades nos han motivado a intensificar nuestra oración pidiendo principalmente por la reconciliación en este país.
Rezamos también para que en el futuro podamos seguir contando con el apoyo económico que ACN nos ha brindado, pues gracias a esta ayuda hemos sacado adelante diferentes proyectos para brindar atención a la población. Oramos para que las hermanas que se están formando, puedan terminar sus estudios. Una de ellas estudia para ser médico, otras dos para ser enfermeras, una para ser educadora y esperamos que otra hermana pueda recibir formación en la espiritualidad carmelitana, que es el fundamento de nuestra oración.
Las religiosas carmelitas del Niño Jesús reciben apoyo de la fundación internacional Ayuda a la iglesia que Sufre (ACN) para continuar sus labores apostólicas con la construcción de una capilla y una casa para las hermanas en Bujumbura.