Todo a la Divina Misericordia

La Santa Misa es el sacrificio perfecto de amor y misericordia, en el que Cristo mismo se ofrece al Padre por la salvación del mundo. Mediante la celebración de la Eucaristía podemos unir nuestras súplicas a las de la Iglesia, confiando en la infinita Misericordia de Dios.

Una Misa, una Ofrenda de Misericordia

«Oh, cuánto placer me da la fe viva. Deseo que haya más confianza en mi misericordia» (Diario de Santa Faustina, 453).

Al ofrecer una Misa por Misericordia permites que la gracia de Dios se derrame sobre aquellos que más lo necesitan: los vivos y los difuntos que anhelan el consuelo del Señor. Es un acto de amor y confianza en la promesa de Cristo: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mateo 5,7).

Tu Petición en el Corazón de la Iglesia

«Hija mía, cuando te acercas a la Santa Comunión, la fuente de mi misericordia se derrama sobre tu alma» (Diario de Santa Faustina, 1602).

Al solicitar una Misa, tus intenciones serán presentadas en el Santo Sacrificio de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana (CIC 1324). Puedes ofrecer esta Misa por:

  • La sanación y conversión de un ser querido.
  • El descanso eterno de un difunto en la infinita misericordia de Dios.
  • Acción de gracias por los favores recibidos.
  • La reparación de los pecados propios y del mundo entero.

Cómo Ofrecer una Misa por Misericordia

Es sencillo: solo debes llenar el formulario y elegir la intención por la cual deseas que se celebre la Santa Misa. Un sacerdote misionero se encargará de elevar tu súplica al Señor.

«La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a mi misericordia» (Diario de Santa Faustina, 300).

Confía en la misericordia de Dios y permite que Su amor toque tu vida y la de aquellos que más lo necesitan.

Solicita tu Misa hoy y sé testigo del poder de la gracia divina.

Unidos en la Oración con Más de 40.000 Sacerdotes

Cada estipendio ofrecido por estas Misas no solo eleva tus intenciones al altar del Señor, sino que también sostiene a más de 40.000 sacerdotes en todo el mundo, muchos de ellos en territorios de misión, donde la Iglesia sufre persecución o escasez de recursos. Estos sacerdotes llevan el Evangelio a los lugares más necesitados y celebran la Misa por aquellos que buscan la misericordia divina.

"En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida" (Juan 5,24).