Enseñar bajo fuego abierto: la misión de la Iglesia católica en Gaza
A pesar del actual conflicto en Gaza, dominado por la incertidumbre y el miedo, el sacerdote católico Gabriel Romanelli se esfuerza por transmitir una sensación de normalidad a través de la educación. Una de las prioridades del párroco de la iglesia de la Sagrada Familia de la ciudad de Gaza es garantizar que los niños de su comunidad sigan recibiendo formación básica.
Más de 10 meses después del comienzo de la guerra en Gaza, los pocos cristianos que permanecen en el territorio están exhaustos y traumatizados. “La situación es mala, malísima en toda la franja de Gaza, pero especialmente en la ciudad de Gaza”, afirma el padre Gabriel Romanelli , párroco de la iglesia de la Sagrada Familia en dicha ciudad, en un mensaje de audio enviado a la Fundación Pontificia Internacional ACN. Este sacerdote decidió regresar a Gaza recientemente después de que la guerra le sorprendiera fuera del territorio y se viera impedido a regresar durante varios meses.
A pesar del clima de absoluta incertidumbre, la Iglesia católica se esfuerza en hacer planes para el futuro, sobre todo en materia de educación, ha comunicado Sami El-Yousef, director ejecutivo del Patriarcado Latino de Jerusalén (PLJ), con ocasión de la reciente visita a Tierra Santa de una delegación de ACN: “Desde su regreso, el padre Gabriel ha dado, sea como fuere, prioridad a la educación. Nuestro plan es proporcionar educación básica, dado que en agosto comienza el curso escolar, que ya será el segundo año sin una educación adecuada. Todavía quedan algunos profesores, pero otros se han ido, y hemos perdido el contacto con los que permanecen en el norte. Estamos intentando alquilar el solar frente a la parroquia y quizá localizar contenedores para utilizarlos como aulas provisionales”.
El padre Gabriel explica así sus intentos de comenzar las clases para los niños, pese a todas las dificultades que enfrenta: “Empezamos a impartir clases a los niños con la ayuda de maestros, desde preescolar hasta primero de secundaria, enseñándoles al menos Árabe, Inglés, Matemáticas y Ciencias, pero tuvimos que suspenderlas porque caían muchos proyectiles cerca. Ahora hemos empezado de nuevo”. Y, añade, recalcando el compromiso espiritual de la Iglesia: “Lo que nunca hemos suspendido son la adoración, el rezo del rosario o la misa, y seguimos rezando por la paz”.
Representantes del PLJ, que es quién está a cargo de la parroquia católica en Gaza, explicaron a ACN que quedan menos de 400 católicos en el territorio, arrasado en su mayor parte por la respuesta del ejército israelí a la incursión terrorista del 7 de octubre de 2023.
El recinto católico alberga actualmente a 416 cristianos, entre católicos y ortodoxos, además de 63 niños con discapacidad que están al cuidado de las Misioneras de la Caridad. Otras 204 personas, todas ellas ortodoxas, se encuentran en el recinto ortodoxo adyacente.
El Patriarcado Latino gestiona también una segunda escuela en Gaza que pasó a utilizar como centro de refugio. Había esperanzas de que pudiera reactivarse cuando se estableciera un alto el fuego, pero por desgracia; recientemente, ha sido alcanzada por misiles y no hay garantías de que vuelva a estar operativa en el futuro.
“Cada semana perdemos a alguien”
El director de la Oficina de Desarrollo de Proyectos del PLJ, George Akroush, explicó en Jerusalén durante la visita de los representantes de ACN que las condiciones de vida en el recinto católico son difíciles, al estar abarrotado, con hasta tres familias conviviendo en un aula: “No hay privacidad para las familias ni para las parejas. Algunas familias se alojan en los niveles inferiores, cerca de las fosas sépticas, pero como eso es insalubre, rotan cada pocas semanas. En esta situación, evidentemente, la tensión se dispara y pueden estallar discusiones”.
Aunque, en comparación con el resto de la región, los recintos cristianos de Gaza sean relativamente seguros, ya ha habido varias víctimas. Algunos han muerto por disparos de francotiradores y misiles de la ofensiva israelí; otros, mientras intentaban rescatar sus pertenencias de sus hogares. Sin embargo, la mayoría han muerto por falta de asistencia médica. “Cada semana perdemos a alguien, no necesariamente a causa de la acción militar, sino por falta de medicación”, señala El-Yousef. “Los ancianos fallecen cuando en situaciones normales podrían seguir viviendo. Calculamos que han muerto unas 35 personas y otras 300 más han abandonado la Franja de Gaza. Varias familias, al calmarse la situación, decidieron irse a sus casas, si es que tenían casas a las que volver, pero con el reinicio de la acción militar en el norte han regresado de nuevo al recinto”, ha explicado el director ejecutivo a la delegación de ACN en su reciente visita a Tierra Santa.
Actualmente, la única forma de salir de Gaza es a través de la frontera con Egipto, cuando está abierta, y para ello se necesita un pasaporte extranjero o pagar un soborno a los funcionarios, por no hablar del inmenso peligro que encierra por sí solo el desplazamiento a dicha frontera. Una vez en Egipto, los refugiados tienen 48 horas para abandonar el país. “Hay muchos que quieren irse. No lo hacen porque no pueden llevarse sus pertenencias y porque es peligroso”, ha explicado el obispo William Shomali, vicario patriarcal para Palestina y Jerusalén Este a ACN, y Sami el-Yousef ha precisado que además “muchas familias cristianas están muy arraigadas en Gaza”.