En la parroquia de San Agustín de Poko, en el noreste de la República Democrática del Congo, dos sacerdotes están contentísimos con las dos motocicletas obtenidas y los catequistas, con las ocho bicicletas. Nuestros benefactores han contribuido con 9.600 euros a que ya no tengan que recorrer largas distancias a pie.
Con ellos también se alegran los feligreses, que son los que más se van a beneficiar de estos medios de locomoción, pues ahora los sacerdotes y catequistas pueden visitar con más frecuencia los poblados más alejados, la gente puede recibir los sacramentos, ser instruida en la fe y participar más intensamente en la vida de Iglesia.
La parroquia se encuentra en una zona rural en la que la gente más o menos sobrevive con lo que cultiva en el campo. Los conflictos armados han acentuado la pobreza y destruido las infraestructuras: las carreteras, los puentes, los centros de atención médica, las parroquias… todo está destruido o ha sufrido daños. Pero sobre todo el alma de las personas necesita ayuda y atención. Por ello, es una bendición que, gracias a la ayuda de nuestros benefactores, estos creyentes reciban ahora una atención pastoral más intensa. ¡Que Dios se lo pague!
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