Hace exactamente un siglo, en 1924, los obispos consagraron China a la Virgen
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) llama a sus benefactores y amigos a unirse a la oración por la Iglesia católica y los cristianos de China, hoy 24 de mayo.
En mayo de 2024 se cumple el centenario de la consagración de China a la Santísima Virgen María bajo el título Nuestra Señora de China, Reina celestial del Pueblo Chino realizada por los obispos del país.
Un año después de dicha consagración comenzó la construcción de una basílica dedicada a Santa María en la cima de She Shan, un cerro ubicado a unos 35 kilómetros de Shanghái. Desde entonces se ha convertido en un popular lugar de peregrinación para los católicos que acoge a varias iglesias, entre ellas, la basílica mariana. El 24 de mayo de cada año se celebra con gran solemnidad la fiesta de Nuestra Señora de She Shan, Auxilio de los cristianos.
En 2007 el Papa Benedicto XVI hizo un llamado a la Iglesia universal para que cada 24 de mayo se rezara por la Iglesia en China, destacando la importancia del santuario mariano de She Shan. Animó a los creyentes de todo el mundo a rezar en ese día por la unidad de la Iglesia en el país, manifestando así su solidaridad y apoyo con los cristianos chinos.
La historia de Sheshan se remonta a 1863, cuando los primeros misioneros jesuitas se establecieron en el cerro y construyeron la primera capilla en su cima. Durante la Masacre de Tientsin de 1870 contra misioneros y cristianos chinos conversos, el superior de los jesuitas de Shanghái acudió a She Shan para rogar a la Virgen: «Si el vicariato se salva de los ataques, construiremos una basílica para expresar nuestra gratitud por la protección especial de Nuestra Señora». Milagrosamente, la región se libró de la masacre.
Para conmemorar el centenario de la consagración de China a Nuestra Señora, ACN invita a todos sus benefactores y amigos a unirse a la oración que el Papa Benedicto XVI compuso con ocasión de la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China del 24 de mayo de 2008, y en la que pedía fuerza como gracia para la Iglesia y los cristianos en China.
A pesar de las restricciones y la vigilancia estatal, miles de peregrinos acuden cada mes de mayo a She Shan para rezarle a la Virgen. Su devoción y fe inquebrantables son testimonio de la fuerza perdurable de la comunidad católica en China. Quiera Dios que esa misma fe siga inspirando a los creyentes del mundo entero:
“Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén”.