El arzobispo de Homs menciona la emigración, las sanciones y la corrupción como los desafíos principales para Siria.
En marzo de 2023, el P. Jacques Mourad, que fue rehén de terroristas islámicos, fue nombrado arzobispo sirio católico de Homs, en Siria. Recientemente, recibió a una delegación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) y habló sobre los desafíos actuales en su país, el perdón y una entrega confiada a Dios.
La guerra en Siria parece estar en un punto muerto; sin embargo, la población continúa viviendo en circunstancias muy difíciles. ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta su país?
Los graves desafíos en nuestro país son el resultado de sanciones opresivas contra Siria y de la corrupción que afecta directamente a la gente. Fuera de eso, pienso especialmente en el campo de educación, que atraviesa una crisis muy seria y delicada. Todos nuestros niños y jóvenes, en escuelas y universidades, se han visto afectados. La educación es el futuro de nuestro país, y los niños y los profesores tienen derecho a un buen entorno de trabajo. Sin embargo, los salarios de los profesores – solamente de 18 a 22 euros al mes – se encuentran por debajo del nivel considerado digno para una persona.
Otro foco de preocupación es la emigración masiva. Vemos familias abandonar el país porque desean asegurar una vida mejor para sus hijos; han perdido la esperanza y la confianza en este país, y no quieren que sus hijos vivan en un lugar donde no están seguros. Muchas de estas personas dejan atrás a personas mayores que necesitan cuidados. También hay numerosos jóvenes que optan por irse, lo que plantea problemas significativos. Dado que la mayoría de ellos son hombres, las jóvenes cristianas terminan casándose con musulmanes y, después, deben convertirse, ya que así lo exige la ley.
¿Qué hace la Iglesia en esta situación para estar al lado de la gente?
Tenemos una responsabilidad enorme. Sin embargo, no podemos ayudar en todas partes. En estos pocos meses como obispo, me he dado cuenta de cuán débiles e indefensos somos como Iglesia y como obispos. Estoy de acuerdo con el Papa: necesitamos la ayuda de los laicos.
Por ello, es maravilloso contar con la con la presencia concreta, «encarnada», de organizaciones como ACN en Siria, que dan testimonio de amor auténtico y solidaridad.
Usted es un monje de la comunidad Deir Mar Musa. ¿Cómo experimentó el problema de la emigración de los jóvenes cuando aún estaba en el monasterio Mar Elian, antes de convertirse en obispo?
Durante la guerra, la mayoría de las casas de los cristianos en la cercana An-Nabk fueron destruidas. Sin embargo, nadie abandonó el pueblo, porque con el apoyo de diferentes organizaciones, como ACN, ayudamos rápidamente a la gente a reconstruir sus viviendas. Luego comenzamos varios proyectos para estar cerca de los niños y los jóvenes. Solo había alrededor de 125 familias cristianas en la zona, así que eso facilitaba el poder estar cerca de ellas.
No obstante, creo que el trabajo en An-Nabk debería ser un ejemplo para todas nuestras Iglesias en Siria. No deberíamos limitarnos a distribuir alimentos, sino también dar vida a diversos proyectos, como escuelas, música y arte, para que la gente sienta que tiene derecho a la vida. Ese tipo de ayuda puede tener el efecto de que las personas dejen de pensar en emigrar. Sin embargo, requiere que obispos, sacerdotes y laicos trabajen juntos.
Cuando estuvo secuestrado durante cinco meses en 2015 por terroristas islámicos, experimentó un sufrimiento considerable. ¿Cómo es posible el perdón después de experiencias tan impactantes?
El perdón no es algo que nosotros mismos podamos «crear». El perdón significa ofrecer un lugar en nuestros corazones a Dios, para que Él pueda perdonar en nosotros, como dijo Jesús en la Cruz: «Padre, perdónalos».
Cada vez que un terrorista entraba al cuarto de baño donde estaba prisionero, sentía compasión por él. Aunque también me enfrentaba a la rabia y otras emociones intensas, en ese momento no sentía eso, solo compasión. Necesitamos mucha humildad para aceptar que nosotros mismos no somos capaces de algo así. Todo lo que somos capaces de hacer proviene de Dios, incluido el perdón.
¿Hay algo que haya aprendido de ese tiempo de secuestro que aplique en su vida cotidiana?
Lo más importante que aprendí de ese tiempo fue confiarme plenamente en las manos de Dios. Desde que camino con el Señor, he rezado esta oración de Charles de Foucauld todos los días, y los cinco meses como rehén me dieron la oportunidad de vivirla de manera muy concreta:
“Padre mio, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre”.
La Iglesia en Siria se esfuerza por apoyar a las personas con sus necesidades más esenciales en muchos lugares. Por lo tanto, se enfrentan al desafío de no convertirse en una ONG…
Sí, y sobre todo está el peligro de que las personas se vuelvan demasiado dependientes de la ayuda de la Iglesia. Es realmente importante que los sacerdotes no se dediquen únicamente a actividades que podrían describirse como trabajo social. Por lo tanto, sería necesario contar con un comité formado por laicos para gestionar dichos proyectos. Debemos involucrar más a los jóvenes y confiar en ellos. Valoro mucho su compromiso. Tienen nuevas y refrescantes ideas, y los necesitamos para dar forma al futuro.
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) está financiando un proyecto para Navidad destinado a distribuir más de 3000 regalos a niños y personas discapacitadas. La fundación apoya al clero en la archidiócesis de Homs a través de ofrendas para las misas, que son su única fuente de ingresos, y también proporciona ayuda de subsistencia para los sacerdotes casados que, de lo contrario, no podrían satisfacer las necesidades de sus familias y correrían el riesgo de emigrar. ACN también respalda campamentos de verano dirigidos a niños, jóvenes, scouts y coros. Estos campamentos desempeñan un papel crucial en la superación de los traumas relacionados con la guerra y los problemas psicológicos derivados de la inestabilidad y la pobreza que afectan al país.