Cientos de voluntarios de ACN Polonia socorren a los refugiados de Ucrania
El mismo día que comenzó la invasión de Ucrania, la fundación internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) anunció un paquete de apoyo de emergencia de un millón de euros. La semana pasada, ACN incrementó su paquete de apoyo de emergencia a la Iglesia católica en Ucrania en 300.000 euros para ayudarle a afrontar los retos que plantea la guerra que se libra actualmente en su territorio.
A parte de esta ayuda, ACN se ha visto involucrada y confrontada directamente con el drama de la emigracion ocasionada por el ataque de las tropas rusas. Especialmente la oficina de ACN Polonia, en la ciudad de Breslavia (Wrocław en polaco), ha sido refugio en los últimos días para miles de refugiados. Polonia cuenta con más de un millón y medios de refugiados, muchos pasan por el paso fronterizo en Przemyśl que tiene conexión directa con Breslavia, así que llegan miles de ucranianos cada día.
ACN abrió su oficina en esta ciudad hace dos años y está situada justo en la Estación Central. “Fue un regalo de la providencia de Dios que tuviéramos una oficina en la estación de tren de Breslavia. Cuando los ucranianos aterrorizados y exhaustos llegaron a un lugar desconocido para ellos, estábamos aquí para ayudarlos”, explica P. Andrzej Paś de ACN Polonia, que encabeza las iniciativas de apoyo a los refugiados. “Los que se bajan de los trenes reciben inmediatamente información de los voluntarios sobre adónde acudir para recibir ayuda”, indica.
Cuando se puso en marcha el programa de emergencia, cientos de personas comenzaron a presentarse en la oficina, dispuestas a dedicar su tiempo y energía a ayudar. Desde entonces, la oficina permanece abierta día y noche. “Nosotros aceptamos a todo el mundo”, dice Julka, que es voluntaria de ACN Polonia desde hace mucho tiempo. Julka afirma que no esperaba un número tan elevado de refugiados, pero que también le sorprendió la intensa actividad de los voluntarios. “Hay muchísimos, y a veces trabajan las 24 horas del día”, añade.
Entre los que prestan apoyo a los necesitados está Damián, seminarista, que se desplaza todos los días desde en el seminario mayor de los salvatorianos en Bagno, a casi 40 kilómetros de distancia de Breslavia. “No tenemos clases hasta el mediodía, así que nos ofrecimos a ayudar. La mitad de los seminaristas hemos estado colaborado durante todos estos días”, explica.
El P. Andrzej Paś reconoce que la coordinación de toda la iniciativa ha supuesto un reto enorme. “Para ser voluntario, hay que unirse al grupo de Facebook Ayuda a Ucrania – PKP Wrocław (ACN Breslavia). Hay que ser parte del programa”, explica. Cada día aparece nueva información en este grupo. “Proporcionamos información sobre todo lo que se necesita”, dice Julka. Hay continuamente mensajes sobre lo que se necesita: un día, por ejemplo, son mantas, sacos de dormir, vendas, compresas y pañales. Otro día se necesitan urgentemente calcetines nuevos y zapatos de niño de los números 33 a 39.
Gracias al trabajo de los voluntarios, los productos que se entregan en la oficina de ACN son debidamente empaquetados y clasificados. “Pedimos que nos traigan artículos nuevos y sin estrenar, y en el caso de los alimentos y medicamentos, recordamos que deben tener una fecha de caducidad lejana”, explica el P. Andrzej Paś. La ayuda prestada por los benefactores y amigos ha sido tan grande que han tenido que abrir un almacén adicional cerca de Breslavia. Los primeros envíos para los que esperan ayuda urgentemente, ya han partido hacia Ucrania.
La oficina de ACN en Breslavia lleva el nombre “Estación del Dialogo”, aquí los refugiados reciben ayuda inmediata. “Vienen propietarios de restaurantes que nos traen sopas y sándwiches, mucha gente se ofrece para cocinar ollas de potaje, cocido o guisos”, dice la voluntaria de ACN Julka.
Así, los refugiados pueden recibir de inmediato una comida caliente y pueden descansar. También hay un espacio destinado a las madres con hijos, así como un lugar de atención médica y apoyo psicológico que gestiona Andżela, una ucraniana que lleva dos años viviendo en Breslavia. “La gente que llega aquí está aterrorizada: no saben lo que les depara el futuro y están desolados. Yo les explico de que están en buenas manos”, recalca, y añade que, incluso por la noche, realiza consultas telefónicas si es necesario, cualquier cosa para estar lo más cerca posible de sus conciudadanos.
En todas partes se percibe la gratitud, Julka dice que los refugiados no dejan de pedirle su número de teléfono “porque quieren invitarme a Ucrania cuando todo vuelva a la normalidad”, explica. Los ucranianos que llegan a Breslavia no tienen que preocuparse por nada. “El gobernador de Baja Silesia, provincia a la que pertenece Breslavia, ha organizado alojamientos, también de muchos particulares que están dispuestos a brindar hospitalidad y hospedar a los necesitados. Así como información sobre posibilidades de trabajo”, concluye el P. Andrzej Paś.