“Aunque parezcamos invisibles al mundo, rezamos por la gente de todas las naciones”
La hermana Klara Svideska (antes Julia) nació en una familia católica, era una chica feliz, que le gustaba divertirse y ejercía como médico. Solía ir a Misa diario a rezar para que Dios le concediera un buen marido, muchos hijos y una gran familia. Ella afirma que Dios escuchó sus oraciones, pues le dio a Jesús como esposo.
La hermana Klara cuenta que ella nunca quiso vivir en un monasterio cerrado, jamás pensó que le gustaría vivir en clausura. Sin embargo, un día descubrió que debía ofrecer al Señor, lo que Él le había regalado primero: la vida. Y así fue como decidió seguir su voluntad.
Al entrar a su congregación se cambió el nombre por Klara y desde hace 21 años vive en el monasterio contemplativo de San Benito en Zytomierz, Ucrania, junto con 17 de sus hermanas. Ucrania ha sido víctima de muchos sufrimientos, desde la Revolución Soviética, la gran hambruna y las guerras. Esto ha provocado que muchos piensen que el sufrimiento no tiene fin.
“Pero yo he experimentado el amor que triunfa sobre el mal y que da esperanza. Dios es luz y cuanto más le escuchamos, más brilla su luz sobre nosotros”.
Ella motiva a los demás a leer la Biblia y a enamorarse de Dios mediante su Palabra, pues es ese amor el que la llevó a tener la vida que tiene y en la que es tan feliz. Su vocación es la adoración perpetua de Dios, su trabajo lo hace con mucha dedicación pues está segura de que las pequeñas cosas llevan a grandes.