Crimea: la pobreza está más cerca de lo que se cree
Para muchas familias de Crimea, pasar las vacaciones de verano juntos es tan solo un sueño, debido a su situación económica. Cuando empiezan las vacaciones en las escuelas, muchos niños tienen que matar el tiempo en la calle mientras sus padres se ganan la vida. Con el fin de ofrecer una ocupación y una perspectiva aceptables a niños y adolescentes de las regiones donde los cristianos viven en condiciones difíciles, la Fundación Pontificia Aid to the Church in Need (ACN) financia todos los años, campamentos de verano, que son recibidos con entusiasmo y gratitud.
La ya de por sí mala situación económica en Crimea está empeorando, desde que la península del Mar Negro fue anexionada por Rusia, los salarios y los ingresos han caído, mientras que los precios de los alimentos han aumentado. Una situación que afecta especialmente a las personas modestas.
“En comparación con 2013, en la primera mitad de 2017, los salarios eran un 18 por ciento más bajos y las pensiones un 14 por ciento menores”, afirma el obispo católico de Odesa-Simferopol, Mons. Jacek Pyl, OMI. “La pensión media en Crimea es de unos 8.500 rublos; es decir, 110 euros. Una de cada tres personas vive con el riesgo de caer en la pobreza en un futuro próximo”. Sin embargo, en contraste con la caída de los ingresos, el coste de la vida ha aumentado considerablemente debido a las prohibiciones de importación de alimentos como la carne, el pescado, los productos lácteos, las verduras, las frutas y los frutos secos, que Rusia impuso en respuesta a las sanciones: “Dentro del país, los precios de estos y otros productos se han duplicado desde 2014, y algunos de los precios de los bienes de uso diario son incluso tres veces más altos”, se lamenta el Obispo.
El número de familias de Crimea que viven por debajo del umbral de pobreza está creciendo rápidamente, según Mons. Pyl. El riesgo de pobreza para las familias con hasta dos hijos es del 66 por ciento, y para las familias con tres o más hijos hasta del 78 por ciento. Muchas familias no pueden permitirse el lujo de unas vacaciones. “Especialmente para los niños y adolescentes que tienen que pasar sus vacaciones aburridos en la calle, la dependencia de los ordenadores, Internet, las drogas o el alcohol representa un peligro potencial”, afirma el obispo, agradecido de que ACN financie dos campamentos de vacaciones en Crimea, bajo el lema “Vacaciones con Dios”. Estos proyectos de ACN están dirigidos a jóvenes de todas las confesiones religiosas y les ofrecen un empleo razonable del tiempo durante sus vacaciones.
Uno de los participantes en los campamentos, Bogdan Loginov, habla de uno de los campamentos, atendido por religiosas: “Además de las muchas y maravillosas actividades, aprendimos mucho en la catequesis del campamento de verano. No nos aburrimos en ningún momento e hice muchos amigos nuevos. Si no hubiera sido por el campamento, habría pasado un verano carente totalmente de sentido. Ojalá se vuelva a celebrar el próximo año”.
“Sobre todo a esa edad, los jóvenes hacen muchas preguntas: ¿cómo debería vivir?, ¿quién quiero ser? y ¿para qué debería vivir? En los campamentos de verano no se trata solo de divertirse, sino también del futuro del país y de la Iglesia, porque la enseñanza y la vivencia de los valores cristianos son de gran importancia”, sostiene Mons. Pyl.
Andrei Prospunov, de 15 años, ha tenido exactamente esta experiencia: “en la adolescencia, uno se plantea una y otra vez preguntas. Se percibe el mundo de manera diferente y más intensa, sin embargo, cuestionar muchas cosas no siempre tiene un efecto positivo sobre la propia fe. Gracias al campamento, mis amigos y yo pudimos entender que, a pesar de algunas dudas, uno puede seguir siendo creyente, y aún más: que la fe en Dios y la experiencia de estar unido a creyentes de la misma edad son algo grande. Los participantes venían de diferentes comunidades, sin embargo, a través de nuestra fe nos hemos dado cuenta de que todos somos uno. Deseo dar las gracias a todos los organizadores y especialmente a todas las personas que hacen posible estas vacaciones con su ayuda económica”.
Solo en el año en curso, la Fundación Pontificia Aid to the Church in Need (ACN), gracias al apoyo de sus benefactores en todo el mundo, ha financiado 30 proyectos de campamentos de verano para niños y adolescentes con más de 330.000 euros.