Caminaba cerca de mi casa en Madina Town, en la provincia de Punjab en Pakistán, una tarde cuando unos hombres de aspecto sospechoso se me acercaron.
Como niña cristiana de 14 años en un país donde los no musulmanes sufren acoso, estaba asustada. Los hombres me arrastraron a un coche y me vendaron los ojos.

Fui torturada y violada. Se grabó y se hizo una película con el video. Me chantajearon. Me vi obligada a firmar un certificado para demostrar que me había convertido y me había casado con mi secuestrador. Me dijeron que si me negaba, matarían a mi familia. Cuando mi madre acudió a la policía para recuperarme, el asunto llegó al Tribunal Superior de Lahore. El tribunal falló a favor de mi secuestrador y me enviaron de regreso a vivir con él. Dos semanas después, a medianoche, me escapé y fui a la policía. Confirmé que era cristiana. Pero la policía apoyó a mi oponente, el hombre que me había secuestrado y que amenazaba con matarme. Mi secuestrador y sus partidarios, que incluyen a miembros del partido islámico de línea dura Tehreek-e-Labbaik Pakistan, pidieron que me mataran. Toda mi familia, mi madre, mis hermanas, mi hermano y yo, estamos escondidos, encerrados en una habitación. Se ha detectado a sospechosos en la zona preguntando por nosotros.
Sé que hay muchas otras niñas y mujeres jóvenes, no solo cristianas sino también de otras religiones, que sufren secuestro, violación, conversiones y matrimonios forzados, no solo en Pakistán sino en muchos otros países del mundo. ¿Quién nos ayudará? ¿Quién hablará por nosotros? ¿Quién se preocupa por nuestra situación?