Una nueva capilla para un pueblo de la diócesis de Sylhet
La diócesis de Sylhet, ubicada en el noreste de Bangladés, no se erigió hasta 2011. Sus aproximadamente 20.000 católicos solo representan una ínfima minoría entre los 14 millones de habitantes de la diócesis. La mayoría de estos fieles pertenecen a minorías étnicas, son muy pobres y viven marginados.
Eso mismo ocurre también en Ischachora Punjee, un pueblo perteneciente a la parroquia de Lokhipur, situado a 14 kilómetros de la sede parroquial. De las 36 familias que viven en el pueblo, 16 son católicas.
Antes estos fieles católicos contaban con una modesta capilla, que era también el único espacio donde impartir clases a los niños y celebrar otros actos. Sin embargo, en el año 2019, esta capilla fue destruida durante violentos disturbios y, desde entonces, los creyentes ya no disponían de un lugar para la misa, la oración comunitaria, la catequesis, las clases y diversas actividades pastorales. El pueblo más cercano está muy lejos, y la gente solo puede desplazarse a pie porque no hay carreteras adecuadas ni transporte público. Por eso, en algunas ocasiones, la misa se celebraba en casas de particulares.
Gracias a su ayuda, por fin se ha construido allí una capilla, para la que han donado 20.800 euros. Entretanto, el nuevo lugar de culto, protegido por un muro, ha podido ser consagrado por el obispo Shorot Francis Gomes. En dicha celebración participaron numerosos católicos: muchos sacerdotes, religiosas, catequistas y fieles acudieron incluso de otros lugares para participar en ella.
Las obras de construcción no fueron fáciles, pues surgieron algunos desafíos: así, por ejemplo, unas lluvias inesperadas dificultaron el transporte de los materiales de construcción por unas carreteras ya de por sí deficientes. Pero ahora los fieles están encantados con su capilla. “La capilla es signo y símbolo de su fe, su esperanza y su vida comunitaria. En nombre del obispo, de toda la diócesis y de la comunidad local de Ischachora Punjee, quiero expresaros nuestra más sincera gratitud”, nos escribe el padre Soroj Leonard Costa; gratitud que nos complace transmitirles.