Caldeos cristianos en Georgia: un legado vivo
ACN presta ayuda a los caldeos cristianos en Georgia, que han sufrido mucho a lo largo de los años a causa de su fe católica.
“Nadie hablaba nunca de Dios”, dice Ilona Bilianova al recordar su infancia en la URSS. Nacida en Tiflis (Georgia) e hija de un oficial del ejército soviético, Ilona pasó gran parte de su infancia en diferentes repúblicas soviéticas, ya que a su padre lo enviaron a diferentes destinos. En una conversación con representantes de la Fundación Pontificia Internacional ACN, Ilona explica que no conoció a Jesús hasta sus estudios en la universidad de Moscú. “Estudiamos la Pasión según San Mateo de Bach, para entender esta música debía saberse qué son la crucifixión y la resurrección”.
No obstante, Ilona se mantuvo alejada del cristianismo hasta que se dio cuenta de que la conexión de su familia con la fe era más estrecha de lo que pensaba. “Cuando murió mi abuela, vino a visitarnos un sacerdote y toda mi familia cantó y rezó con él”. Ilona preguntó a su familia en qué idioma cantaban, así descubrió que eran caldeos católicos, descendientes de un grupo semítico originario de Oriente Próximo.
Los caldeos en Georgia
No hay muchos caldeos en el mundo. “Quizá menos de un millón”, cree el padre Benny Beth Yadgar, pastor de la misión católica siro-caldea en Georgia. A raíz de la persecución por su fe cristiana en sus países de origen (Iraq, Irán, Siria y Turquía), muchos caldeos buscaron refugio en Georgia, en el siglo XIX y a principios del XX, y miles de ellos han permanecido allí hasta hoy.
El padre Benny también tuvo que huir de su patria, Irán, para evitar ser reclutado para luchar en la Guerra entre Irán e Irak. Se fue a Italia y más tarde fue ordenado sacerdote católico caldeo en Estados Unidos. “Tras ordenarme supe que había caldeos en Georgia”, explica, y así fue como llegó a Georgia en 1995, donde ha permanecido desde entonces.
Para los caldeos, la situación en Georgia entonces era muy distinta de la de otras partes del mundo, había caldeos, como Ilona, que crecieron desvinculados de sus raíces culturales. Así, por ejemplo, muchos caldeos están muy orgullosos de su lengua caldea, que es un dialecto del arameo. Otra mujer caldea, Yulia Abramova, cuenta a ACN cómo los estudiantes caldeos les dicen a los demás estudiantes en la escuela y la universidad: “Nosotros leemos en la lengua del mismo Jesucristo”. Sin embargo, Ilona no aprendió arameo de niña.
Cuando el padre Benny llegó a Georgia, se dio cuenta de que los caldeos del país necesitaban un lugar donde reunirse para organizarse como comunidad. “Así que decidí que teníamos que construir una iglesia para ellos”, explica el sacerdote.
La construcción de una nueva iglesia caldea en Tiflis deparó algunos retos al padre Benny, y es que la Iglesia ortodoxa, mayoritaria en Georgia, no es muy benévola con la minoría católica. “Hasta el día de hoy, cuando nuestros jóvenes quieren casarse con una persona ortodoxa, tienen que bautizarse de nuevo. Por eso, la Iglesia ortodoxa no quería que construyéramos una iglesia”, explica el padre Benny, que por ello optó por decir que construiría un centro cultural. Después, cuando le preguntaban por qué había construido una iglesia en lugar de un centro cultural, respondía: “El cristianismo es nuestra cultura. Más allá del cristianismo no tenemos otra cultura”.
De hecho, el complejo de la iglesia incluye muchas aulas y oficinas. Yulia, por ejemplo, enseña allí arameo a los niños y ha participado en muchos proyectos diferentes, como uno de costura para ayudar a mujeres jóvenes a encontrar empleo. Ilona se convirtió en directora del coro y, gracias a todo ello, ha estrechado lazos con su fe y su cultura. El complejo de la iglesia recibió incluso la visita del Papa Francisco durante su viaje a Georgia en 2016.
“Son como mártires”
Tiflis es el principal centro de caldeos en Georgia, pero también los hay que viven en otros lugares del país como, por ejemplo, en Gardabani, a unos 40 kilómetros de Tiflis, donde viven unos 400 católicos caldeos. Muchos descienden de caldeos que huyeron de la persecución en Turquía y se establecieron en Azerbaiyán. En los años treinta del siglo pasado fueron deportados a Siberia, pero se les permitió regresar tras la muerte de Stalin. “Sin embargo, querían vivir en tierra cristiana y por eso fueron expulsados a esta zona de Georgia”. Las tierras de cultivo de los alrededores de Gardabani eran muy malas y los caldeos tuvieron que luchar para sobrevivir. “¿Cuántos morirían para salvar su fe?”, se pregunta el padre Benny. “Son como mártires”.
En Gardabani, las condiciones de vida de los caldeos siguen siendo muy duras. “A menudo se corta la electricidad. Todos viven juntos en una habitación, en casas destartaladas o en ruinas. Son los más pobres de entre los pobres”, cuenta el padre Benny a ACN. En este contexto, a muchos les resultaba imposible desplazarse hasta la iglesia caldea de Tiflis, la más cercana. En su lugar, la misa se celebraba en casa de un feligrés.
En vista de la situación, el padre Benny se propuso construir también en Gardabani un centro religioso y cultural siro-caldeo que incluyera una iglesia. Con el apoyo de ACN, el centro fue consagrado e inaugurado el 10 de julio de 2023.